Conforme a la encuesta panel “Mexicanos ante el COVID-19” implementada por Inteligencia Pública y de Mercados-Quality Insight Research, los mexicanos no le creen a las instancias encargadas de preservar y promover su salud y la de sus familias
El periodo de contingencia sanitaria y aislamiento que ha enfrentado nuestro país y el mundo entero, en estos primeros meses del año, ha intensificado el impacto negativo de las llamadas fake news o noticias falsas en la salud mental de las personas.
La difusión de este tipo de noticias a través de las diferentes redes de comunicación que existen propicia la propagación de rumores e información no verificada y ello cumple con diferentes propósitos.
Según el emisor de ésta, las noticias tienen diferentes fines políticos, propagandísticos o publicitarios, motivo por el que llevan en sí un costo en el estado anímico de las personas que las consumen como contenido verídico y que, con base en ellas, toman decisiones en su vida diaria.
Desde salir o no salir de casa, hasta mal dormir por temores infundados, el efecto de las fake news, puede derivar también en tomar medidas innecesarias o equivocadas en un intento por conservar la salud, especialmente cuando el temor y el pánico se apoderan de las mentes que cuentan con menos recursos emocionales e incluso informativos para hacerles frente.
Sin información de fuentes verídicas, sin redes de apoyo efectivas y un confinamiento que en ocasiones llega al hacinamiento en muchos de los hogares mexicanos, hablar de esta problemática y actuar con medidas que la confronten se vuelve imprescindible.
Conforme a la encuesta panel “Mexicanos ante el COVID-19” implementada por IPM-QIR (Inteligencia Pública y de Mercados-Quality Insight Research), los mexicanos no le creen a las instancias encargadas de preservar y promover su salud y la de sus familias.
El 12% de la población a nivel nacional aún duda de la existencia del virus SARS-COV2; dentro de este porcentaje de escépticos, las medidas de protección solicitadas por las autoridades federales y locales tienen bajo impacto. Aunado a esto, 70% considera que el gobierno oculta el número real de infectados por el coronavirus. Cabe señalar que la encuesta se aplicó del 12 al 14 de abril de 2020.
En medio de una situación de crisis como la que enfrentamos desde el mes de marzo, la desconfianza se propaga con mayor facilidad por el estado de incertidumbre que prevalece y si no se tiene confianza en la información oficial, es habitual que se busquen otras voces que respondan al sentido común, a lo que a la mente le hace más sentido.
Por si fuera poco, las teorías sobre el origen y alcance del virus también polarizan a la población que no cuenta con elementos para identificar si son verdad o mentira. Para 48% el coronavirus es una enfermedad de las clases altas; 45% cree que el virus no sobrevive en climas cálidos, 41% sigue creyendo que la enfermedad se transmitió a los humanos a través de un murciélago, que los chinos crearon el virus para afectar a otros países y 37% que el alcohol es más efectivo que el jabón para eliminar el virus.
El leer esta clase de noticias sin las herramientas ni la información necesaria, puede generar comportamientos de seguridad y control excesivos. Hace unas semanas se difundió que algunas personas estaban abusando del uso del cloro para sanitizar espacios con lo que afectaban su sistema respiratorio volviéndolo más vulnerable al contagio de COVID-19.
En contraste, 20% cree que las mascotas pueden transmitir el coronavirus, por lo que no sorprende que los dueños de perros y gatos comenzaran a lavar con cloro las patas de sus mascotas, generándoles también un daño en su piel.
En la misma encuesta se encontró que el 36% cree que el coronavirus se propaga a través del aire, así que es altamente probable que este segmento de la población tenga miedo de siquiera salir al balcón de su casa sin cubrebocas, medida en la que las diferentes naciones y organizaciones a nivel mundial, no han reforzado de manera contundente e informativa ante la población.
Éstas son sólo algunas de las noticias que circularon ampliamente durante las últimas semanas, generando un exceso de información que instancias como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han denominado como “infodemia”, una epidemia de información en tiempo real con potencial de afectar la conducta de quienes se ven envueltos en ella.
La psicología y neuropsicología han comprobado que este tipo de noticias también activa una respuesta de alarma en el organismo lo que puede provocar ansiedad, preocupación, miedo, angustia, depresión y respuestas irracionales, de defensa y conservación.
Recientemente, un audio comenzó a circular por WhatsApp para alertar de que el gobierno rociaría un líquido con coronavirus para infectar a las poblaciones. En Chiapas, en el municipio de Venustiano Carranza, un rumor similar advirtió que drones estaban dispersando sustancias tóxicas, a manera de “ataque químico” para acabar con la vida de las personas del municipio, lo que provocó disturbios, incendios y saqueos.
Por lo anterior, no es posible pasar por alto esta problemática en el ámbito digital, pues su impacto deriva en la realidad del mundo físico. La mejor vacuna y remedio para estas afectaciones siempre será la información de fuentes verificadas y entender que todo lo que perciben nuestros sentidos tiene potencial de configurar nuestras acciones.
* Jessica García Pacheco es Directora de proyectos en IPM, Estratégica. *** Publicado originalmente en Sucursal Fauces el 10 de junio de 2020, https://sucursalfauces.com/index.php/2020/06/10/fake-news-covid-y-la-lucha-por-nuestra-mente/?fbclid=IwAR3vVz4soVOzw74GiE5F6l1V_Xwj_O-Vo8WloNVJ8BiZwXsJB7E4rpsxdvw